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La importancia de los recursos vegetales a través de la historia

Actualizado: 30 mar 2022


¿Cuál ha sido el papel de los recursos vegetales a lo largo de la historia? De ser la única opción, a la más rechazada y finalmente a la que se vuelve a recurrir


Los recursos naturales, y fundamentalmente los de origen vegetal, han sido los únicos a los que tuvo acceso el hombre para combatir la enfermedad, el dolor, y a los que forzosamente ha tenido que recurrir desde los albores de la civilización. Durante su aprendizaje el ser humano comprobó que había vegetales útiles como alimento, útiles en el tratamiento de las enfermedades y también tóxicos, en un proceso que se puede considerar como el primero, e inacabado, de los ensayos clínicos, natural y de duración milenaria que, a base de experimentar, conocer y transmitir la información adquirida, se fue haciendo con un repertorio de plantas con propiedades y aplicaciones conocidas. En este sentido son innumerables los documentos que han perdurado hasta hoy. En el conocido Papiro de Ebers (1550 a.C.) se hace mención explícita de los usos y aplicaciones de plantas medicinales o de preparados realizados a partir de ellas.


Estos conocimientos no son privativos de ninguna civilización, y en todos los pueblos primitivos existe una medicina tradicional cuya base fundamental es el vegetal.


En los tiempos del hombre primitivo, al no encontrar una explicación racional al origen de la enfermedad se atribuye el mal a espíritus malignos o castigos de los dioses, lo que infunde un sentido religioso a la enfermedad, complicando la administración de remedios, en su mayor parte plantas, con una serie de ritos, oraciones y sacrificios para intentar aplacar la ira de los dioses o ahuyentar los malos espíritus.


En el periodo filosófico griego (s. IV a.C.), la medicina pasa al libre ejercicio entre los filósofos, los cuales elaboran teorías que intentan explicar las causas de las enfermedades. La importancia de esta época radica en que es en ella cuando la medicina se desprende del carácter religioso.


Los romanos, que siempre sintieron desprecio por la profesión médico-farmacéutica, hasta el punto de ser una profesión practicada por esclavos, estuvieron mucho tiempo desprovistos de verdaderos médicos. Sin embargo, al expandirse el Imperio por el Mediterráneo, y al ser Roma el centro de la vida política e intelectual del mundo occidental captó a filósofos y médicos de Grecia, Egipto, Asia Menor y de todas las regiones conquistadas, desarrollándose una época de gran florecimiento para la Medicina.


Se conocen hoy los medicamentos romanos, su variedad y las formas farmacéuticas empleadas gracias a las obras de Celso, Dioscórides y Galeno, entre otros.





Claudio Galeno (130-200 d.C.), es una de las figuras principales de la medicina antigua. Posee gran aversión al medicamento mineral, considerándolo poco útil y venenoso, pero, por otra parte, es un partidario acérrimo de los medicamentos de origen vegetal, con los que confecciona complejas preparaciones. Fue el creador de la Polifarmacia, que estaría en vigencia durante mucho tiempo. Según sus teorías, como la de que los órganos se unan para enfermar, los remedios también deben asociarse para alcanzar la salud. Esto sirvió de base para la elaboración de las famosas Triacas, que llegaron a estar compuestas por casi un centenar de ingredientes y que estuvieron vigentes hasta el siglo XVIII.


En los siglos posteriores a Galeno, y hasta el desarrollo de la cultura árabe en el siglo VIII, se deja sentir notablemente la influencia del cristianismo. Se abandonan las teorías de los médicos paganos y la fe vuelve de nuevo a ser un elemento importante en la curación, recurriendo por lo tanto a métodos susceptibles de atraer la protección divina, ligados, obviamente, a una terapéutica vegetal bien experimentada.


Los árabes, dominadores de gran parte del mundo conocido durante muchos siglos, influyen notablemente en la evolución de la medicina, al igual que en otras ramas del conocimiento. En sus conquistas van asimilando poco a poco los conocimientos de diferentes países, y gracias a la magnífica protección de algunos Califas, crean escuelas de traductores, que son las encargadas de transcribir al árabe los conocimientos existentes y logran levantar una nueva y brillante civilización, que habría de servir de puente de unión con la de los siglos posteriores.


Se estudian, entre otras, las obras de Galeno, manteniéndose vigentes sus ideas durante este periodo, lo que supuso que el remedio vegetal, fuese casi el único empleado.


En la Europa no dominada por el islam, la medicina se ejerce en conventos. Generalmente, los remedios empleados son también de origen vegetal, obtenidos muchas veces de las plantas medicinales cultivadas en los jardines de los monasterios, a pesar incluso de las oposiciones que pesaron sobre ellos, ya que, en el Concilio de Reims, se prohibió el ejercicio de la medicina por parte de los religiosos.


La única escuela no árabe digna de mención es la de Salerno, nacida en el siglo IX. Es la primera escuela independiente de Medicina y en ella se continúan empleando remedios de origen vegetal. En su obra principal Flos medicinal, atribuida a Juan el Milanés, se encuentran innumerables recetas donde se especifican su preparación y usos.


Expulsados los árabes de Europa, un gran número de eruditos se congregó alrededor de los centros de cultura musulmana, traduciendo sus obras y expandiendo sus conocimientos por toda Europa, con lo que sus ideas -similares a las de Galeno- se siguen respetando.


Sin embargo, los alquimistas, en su afán por encontrar la piedra filosofal, van conociendo y descubriendo numerosas sustancias, que posteriormente tendrían una gran importancia. Así, conocen el ácido acético, el ácido sulfúrico y clorhídrico, obtienen el alcohol por destilación del vino y lo utilizan para obtener la quintaesencia de las plantas, que no son más que las actuales tinturas.


Todo ello trae consigo un mejor conocimiento de los productos químicos, de los metales; la Química se pone al servicio de la Medicina y su principal misión es la preparación de sustancias con propiedades medicinales.


Durante todo este periodo de tiempo, el medicamento de origen vegetal es el que juega un papel fundamental en el tratamiento de las enfermedades. Sin embargo, a comienzos del siglo XVI, resurge el medicamento químico, desplazando -no sin verdaderas luchas- a las ideas galenistas tanto tiempo mantenidas. Uno de los mayores detractores de estas ideas fue Paracelso. Reconoce que el objeto de la química no está en la transmutación, sino que debe servir como auxiliar de la medicina. Expone, que la planta posee acción porque en su composición existe alguna sustancia, que le llama ENS, que le imprime su carácter y que se afana por aislar, creando para ello una serie de técnicas que llamó Arte Espagírico. Aunque no logró demostrar su teoría, supone un gran avance, ya que sus ideas concuerdan con las actuales de principio activo. Además, con ellas consigue introducir de una manera definitiva el uso de las tinturas y extractos, en sustitución de las antiguas y complejas preparaciones.


A medida que el tiempo transcurre, la administración del medicamento químico se difunde cada vez más, aunque a veces, por ser empleado sin las debidas precauciones, se originan numerosas intoxicaciones, que son aprovechadas por los galenistas para criticar los medicamentos químicos y oponerse a su empleo.


Solamente, con el transcurrir del tiempo, se admitieron sin reservas drogas tan importantes como la raíz de Ipecacuana, la hoja de Coca, las cortezas de Quina, entre otras, cuya eficacia estaba ya perfectamente demostrada.


El comienzo del siglo XVIII presenta unas características que son la consecuencia de un fuerte cambio en lo que a terapéutica se refiere. Por una parte, la aceptación del método experimental en Medicina y Farmacia, y por otra, el constante avance de la química, que hace posible el estudio de nuevas sustancias químicas que se incorporarán a la lista de medicamentos. Estos nuevos conocimientos vuelven a poner en primer plano de la actualidad las ideas de Paracelso, y de nuevo se encaminan las actividades farmacéuticas a la búsqueda de las sustancias responsables de la acción medicamentosa de las plantas. Someten a las plantas a numerosos tratamientos, que, aunque de momento no consiguen realizar sus propósitos, les permite al menos aislar una serie de compuestos, entonces desconocidos, y que convenientemente estudiados a mediados del siglo XVIII, les permiten distinguirlas de las origen mineral, creando el concepto de Química Orgánica y de fuerza vital.


En este siglo, se introducen numerosos medicamentos químicos, pero a pesar de ello, todavía en el campo de la Fitoterapia se hacen adquisiciones de gran importancia, no solo de las drogas que van llegando de América, como la Cuasia, Polígala, Podófilo, sino de drogas europeas como la Digital, recomendada por William Withering para el tratamiento de la hidropesía, que en el transcurso del tiempo llegará a ser una droga con actividad cardiotónica importante.


Al iniciarse el siglo XIX, los conocimientos químicos han ido aumentando; se conocen y manejan numerosos disolventes de sustancias orgánicas, tales como el cloroformo, benceno, éter sulfúrico, etc., utilizados en la elaboración de diferentes extractos, con lo que se logra separar de manera fraccionada los distintos componentes de los vegetales, creándose técnicas especiales. Fruto de estos conocimientos, y gracias a la intensa labor desarrollada por Derosne, Seguin y Sertürner, trabajando sobre el opio, se llega al descubrimiento del primer alcaloide, la morfina, aislada por Sertürner, y que la dio a conocer en un trabajo publicado en el año 1817.


Esto trae consigo el abandono y uso de la planta como entidad para el tratamiento de las enfermedades. El viejo sueño de Paracelso se realiza. Pudiéndose extraer el compuesto con propiedades terapéuticas no hay motivo para seguir empleando toda o parte de la planta.


El principio activo sustituye de una manera rápida a la utilización de los preparados galénicos. Como en todo avance importante, el cambio es dramático y extremo. Lleva consigo también el abandono de aquellas plantas que, aun poseyendo una acción farmacológica comprobada, no se pueden poner en evidencia sus principios activos, por los métodos de investigación que entonces disponían.


Otro hecho transcendental sucede en 1928 cuando Whölher, calentando cianato amónico, obtiene por primera vez urea. Este hecho supone que al hombre se le abre la oportunidad de diseñar y sintetizar cualquier tipo de molécula; ya no se va a depender de las sustancias que ofrece la naturaleza. Es el nacimiento de la síntesis química orgánica.


Primero se copian los compuestos naturales, puesto que se dispone del modelo para copiar, luego se modifican esas estructuras para finalmente crear otras nuevas.


Los recursos naturales, que fueron los primeros y únicos durante gran parte de la vida del hombre, pasaron a compartir, con los compuestos de síntesis, los recursos terapéuticos disponibles, de la misma manera que en la actualidad los compuestos naturales y los de síntesis comparte los recursos con los que se obtienen por procedimiento biotecnológicos.


Todos estos hechos hacen que el uso de los productos naturales ocupara un protagonismo casi exclusivo hasta principios del siglo XX como únicos proveedores de medicamentos. A partir de este siglo, pasaron a un segundo plano.


En los países desarrollados, los cuales tienen a su alcance los medicamentos más novedosos del arsenal terapéutico, en las dos últimas décadas se ha ido produciendo, como tendencia general, un notable incremento en la utilización de plantas medicinales y sus preparaciones, de nuevo.


Los motivos por los que se ha producido este notable incremento de consumo de fitomedicamentos son debidos a varias causas, entre las que se pueden señalar:

  1. La acción de los fitomedicamentos, en general es más suave y menos agresiva que los medicamentos de origen sintético, y son aplicables en la resolución de trastornos menores.

  2. Un recurso terapéutico ante el fracaso con medicamentos sintéticos.

  3. Eclosión de enfermedades con serias complicaciones y con dificultad de tratamiento, como obesidad, insomnio, ansiedad, estrés, estreñimiento, etc.

  4. Están avalados por el uso popular a través de los años, con evidencias de su actividad y escasos efectos nocivos.

  5. Forman parte de una moda, de una cultura en busca de la salud y de un estado saludable.




Se ha desarrollado una tendencia en la búsqueda de un estado saludable y que alcanza hasta la alimentación. Han aparecido los prebióticos, probióticos, simbióticos; los yogures con fitoesteroles para bajar los niveles de colesterol; leche con isoflavonas para la menopausia, con calcio y vitaminas para el desarrollo y crecimiento; los polifenoles del té y del café, etc. Hoy en día, además el alimento ha de ser cardiosaludable, hipotensor, prebiótico, etc., como un valor añadido al propio alimento.


En muchas ocasiones el uso se refuerza propagandísticamente con la idea errónea de que al tratarse de preparados de origen natural no son tóxicos, y con pocos o nulos efectos secundarios, a diferencia de los sintéticos. Siempre hay que tener presente que los compuestos de origen natural pueden ser tan tóxicos o más que los sintéticos, y, casi se puede afirmar, que los compuestos más tóxicos conocidos son de origen natural (palitoxina, toxina botulínica, estricnina, por ejemplo).


Aún quedan muchos recursos naturales por descubrir, los cuales pueden ofrecer nuevas perspectivas terapéuticas. Existen grandes esperanzas de que estos sigan aportando recursos efectivos para el tratamiento de enfermedades.



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